La importancia del reciclaje

 

 

El reciclaje es una excelente manera de comprometernos con el cuidado del planeta. En este sentido, hay que tener unas normas claras para su éxito:  reducir, reciclar y reutilizar. 

Con esta máxima en nuestra cocina, y nuestro hogar, ayudaremos a eliminar los residuos y hacer del mundo un lugar mejor. 

Lo primero que hay que tener en cuenta es que lo que no se tira, no contamina y por tanto no hace falta reciclarlo, por lo que la clave es reducir la cantidad de residuos generados y el primer paso para hacerlo es mediante una compra responsable. 

Mucha de la basura generada es por la cantidad de alimentos estropeados y los residuos plásticos. Reducir este desperdicio y adoptar prácticas sostenibles como la compra a granel y la reutilización de envases, es vital. 

 

Además de reducir la basura al mínimo, en casa debes llevar a cabo una separación básica de los residuos para su reciclaje. Para ello hay que tener muy claro qué estamos separando y dónde habrá que depositar cada producto. La cocina es la zona de la casa que más desechos genera, y al tener tanta variedad de residuos puede ser algo más complejo. 

 

Ante la duda sobre dónde tirar un determinado producto, lo mejor es que acudas a los propios servicios del ayuntamiento de tu localidad, que además suelen editar guías de uso muy claras, incluso con material para concienciar a los más pequeños. 

 

Ten en cuenta que además del papel, el plástico o el vidrio, hay otros elementos que deben enviarse a un punto limpio como son:

 

  • Aceites de cocina. Se pide que esté limpio, filtrado de impurezas, y normalmente hay que vaciar el envase donde lo traslademos en el contenedor adecuado. Aunque algunos puntos móviles cogen directamente el aceite que llevemos tal cual y se ocupan ya ellos.
  • Cápsulas de café (se pueden llevar también a establecimientos autorizados).
  • Sartenes, cazuelas, moldes y ollas, sobre todo los más grandes.
  • Tubos fluorescentes (también recogen bombillas convencionales).
  • Pequeños y grandes electrodomésticos, desde una batidora hasta el frigorífico. 
  • Grandes textiles.
  • Pintura y colorantes de uso no culinario.
  • Espejos.
  • Pilas y baterías.
  • Pequeños escombros de posibles obras o reformas.
  • Medicamentos o sustancias potencialmente tóxicas.
  • Mecheros.

 


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